Moquegua, Lima Metropolitana, Ica y Tacna se ubican como las regiones que lideran el Índice de Progreso Social Regional del Perú 2017, elaborado por Centrum Católica, con el apoyo del Social Progress Imperative. Por otro lado, las regiones de la selva siguen ocupando los últimos lugares.
El Índice de Progreso Social Regional del Perú 2017 es el segundo reporte realizado en el país sobre el desempeño de las 26 regiones, donde Lima es analizada por la provincia constitucional del Callao, Lima Provincias y Lima Metropolitana.
En el prólogo del informe se indica que “El Índice de Progreso Social (IPS) es una medición que se realiza a nivel mundial, cuyo objetivo es medir el desarrollo social de una localidad a partir de un modelo holístico compuesto por temas relevantes para la sociedad. Es holístico porque entiende que las condiciones de vida de una persona no pueden ser explicadas a partir de una sola dimensión, sino que se deben considerar distintos aspectos que se encuentran interrelacionadas, como por ejemplo el acceso a servicios básicos y la salud infantil”.
El informe indica que las cuatro regiones están consideradas con niveles “medio alto”, por los puntajes aprobatorios que registran: Moquegua (67.47 puntos), Lima Metropolitana (65.63 puntos), Ica (65.46 puntos) y Tacna (65.30 puntos). Se señala en el informe que “Lima Metropolitana, donde se concentra la mayor actividad económica, no alcanza el nivel alto del progreso social, ubicándose así en el segundo lugar del ranking, luego de Moquegua”.
La medición de este estudio (0 a 100 puntos) considera la siguiente estructura: muy alto (más de 85 puntos), alto (de 75 a 84), medio alto (de 65 a 74), medio bajo (de 55 a 64), bajo (de 45 a 54) y muy bajo (45 puntos).
“Luego de un periodo de crecimiento económico de aproximadamente 13 años, el Perú ha desperdiciado una gran oportunidad de orientar los mayores ingresos al beneficio y mejora de la calidad de vida de sus habitantes”, sostuvo Centrum Católica.
En este Índice se evidencia que ninguna región alcanza niveles altos de progreso social, sino que existen actualmente 18 regiones con niveles medios bajos (55.09 – 63.71) y cuatro regiones con niveles bajos (40.46 – 54.05).
El grupo con media baja calidad de vida lo conforman: Arequipa (63.71 puntos), Lima Provincias (62.45), Callao (61.56), La Libertad (61.38), Áncash (60.91), Lambayeque (59.82), Tumbes (59.38), Apurímac (58.68), Huancavelica (58.62), Piura (58.40), Ayacucho (58.25), San Martín (58.06), Puno (57.45), Junín (57.44), Cusco (57.29), Cajamarca (55.53), Amazonas (55.22) y Huánuco (55.09).
Asimismo, las regiones que conforman el grupo con baja calidad de vida son: Madre de Dios (54.05 puntos), Pasco (53.80), Ucayali (52.09) y Loreto (50.46).
Progreso social. Los resultados del estudio señalan que las regiones con mayor progreso social se encuentran en la costa del Perú, mientras que en la sierra los indicadores no son favorables y en la selva se encuentran los niveles más bajos de bienestar.
Sobr el tema educativo, el informe en su componente Acceso al Conocimiento Básico agrupa a los indicadores como: (a) Tasa de Analfabetismo en Personas de 15 Años a Más, (b) Tasa Asistencia Escolar en Educación Primaria, (c) Tasa Asistencia Escolar en Educación Secundaria, (d) Logro Lenguaje (que es el porcentaje de estudiantes de segundo de primaria que lograron el aprendizaje en comprensión de textos escritos), (e) Logro en Matemática (medido a través del número de estudiantes de segundo de primaria que alcanzaron el nivel 2), y (f) Brecha de Género, en la asistencia secundaria.
Y según el Índice, “las regiones de la sierra presentan los porcentajes más altos en la tasa de analfabetismo. El no poder leer ni escribir representa un obstáculo para las personas, dado que tienen menos herramientas para desenvolverse en la sociedad. Por lo que resulta necesario incentivar la Educación Básica Alternativa para que las personas que no han tenido acceso o no han podido completar la educación básica regular tenga la oportunidad de hacerlo.
La paridad reflejada en los resultados de asistencia a educación primaria y secundaria demuestra que existe una mayor igualdad en el acceso a servicios educativos en las regiones de país. Sin embargo, no todas las regiones tienen un buen desempeño en la Evaluación Censal de Estudiantes (ECE). Por ejemplo, el 76% de los alumnos de Tacna comprende lo que lee frente al 52% de los estudiantes en Ica. Dichos resultados demuestran que aún es necesario mejorar la calidad de la educación tanto estatal como privada. Haciendo énfasis en lo necesario que es para los niños y adolescentes recibir una educación que pueda servirle como un activo para su desarrollo.
Cabe resaltar que algunas regiones de la selva, como Ucayali y Loreto, se ubican al final de la tabla, debido a que los
porcentajes de asistencia a secundaria son los más bajos, rondan entre el 60% y 70%. Es decir, de cada 10 jóvenes en
edad de asistir al colegio, solo 6 o 7 logran ir. De igual manera, los resultados de la ECE evidencian que los alumnos
tienen deficiencias tanto en comprensión lectora como en matemáticas”.
Según el informe, “Moquegua se sitúa en el primer lugar con un nivel alto de progreso social. Existen más jóvenes de 17 a 24 años matriculados en educación superior que en el resto de regiones. El acceso a educación superior ya sea técnica o universitaria les permite a las personas desarrollar sus habilidades y adquirir conocimientos que luego les serán útiles para mejorar su calidad de vida. Las personas que solo han logrado terminar la educación secundaria tienen una menor probabilidad de obtener un empleo que les permita satisfacer sus necesidades básicas.
El Índice de Progreso Social Regional del Perú 2017 muestra una ligera mejoría frente al 2016, pero sigue revelando que el proceso de descentralización iniciado hace más de una década no está dando los frutos esperados respecto a la generación de bienestar social al interior del país, dado que siguen existiendo brechas entre zonas urbanas y rurales.
Dicho estudio sirve como herramienta indispensable para los tomadores de decisiones del Estado y empresas privadas bajo este contexto adverso, porque permite evaluar la eficiencia con la que se brinda servicios públicos de calidad a los ciudadanos, además de mejorar su calidad de vida y generar oportunidades de alcanzar su pleno potencial de desarrollo.
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